No, no quiero reiniciar ahora ni más tarde

Cuando uno asume que, aunque le pese, no le queda más remedio que utilizar Windows para ciertas tareas, intenta que la experiencia sea lo menos desagradable posible. En mi caso no lo llevo del todo mal, salvo en ciertas ocasiones en las que surge el troglodita que llevo dentro y mi primer impulso es el de tirar el ordenador por la ventana y dedicarme a criar vacas en un monte perdido.

Personalmente, ese punto en el que me acuerdo de todo el árbol genealógico de alguien de Microsoft llega tras la instalación de algún parche de XP, cuando se empeña en que hay que reiniciar el equipo sí o sí: sólo puedes decidir si quieres reiniciar ahora o más adelante. Si esto ocurre, como es lo habitual, cuando tengo abiertos del orden de media docena de documentos, 8 programas, varios exploradores y demás ventanas que luchan entre sí por ocupar las 17 pulgadas del monitor, pues parece como que uno no está por la labor de cerrarlo todo, reiniciar, e intentar restaurar el estado del escritorio. Educadamente le indico a Windows que ahora mismo no me viene bien, y tampoco me viene bien a los diez minutos, cuando vuelve a recordármelo, ni a los diez minutos, ni a los… AAARRRGGGGG!!!

Pues bien, acabo de descubrir la forma de minimizar esta pesadilla a través de directivas. En la consola de gestión de directivas de grupo (Inicio > Ejecutar… > gpedit.msc), editando la directiva Volver a pedir la intervención del usuario para reiniciar con instalaciones programadas (Directiva Equipo local > Configuración del equipo > Plantillas administrativas > Componentes de Windows > Windows Update), se puede habilitar e indicar el número de minutos que Windows dejará pasar entre avisos (10 minutos por defecto). Un buen valor es el máximo de 1440 (24 horas).

Para activar el cambio realizado, basta con ejecutar el comando

gpupdate.exe /force

(o, siguiendo con la filosofía del entorno Windows, reiniciar el equipo :).